Novedades

Restauración del Cristo del Amparo

Ya tenemos al Cristo del Amparo restaurado. Nueva imagen pero sigue siendo el mismo símbolo. En los próximos días ampliaremos la noticia[...]

Semana Santa 2011...

Hoy, Domingo de Ramos, comienza la Semana Santa en Villovieco. Una Semana Santa vivida desde la devoción y la pasión de la gente [...]

Un paseo por...

Durante los próximos días os iremos revelando los lugares más especiales de nuestro pueblo. Cada lugar estará acompañado de una imagen y de una descripción. Y además interemos buscar imágenes del pasado en el que se encuentren los lugares que os mencionamos[...]

El BAÚL de los RECUERDOS

Villovieco como cualquier lugar del mundo tiene su historia y por ello nosotros queremos mostrarla. Os iremos mostrando como era la vida de la gente de nuestro pueblo, las fiestas, sus tradiciones,[...]

Últimas Entradas...

0

En el recuerdo quedará....

Laura 4 de enero de 2011
El tiempo pasa, los días se suceden las estaciones siguen con su ciclo sin que nada podamos hacer. Hace ya un año que la imagen de nuestro pueblo cambió. Las calles los parques se llenaron de agua, unas inundaciones que acotaron con crudeza nuestro pueblo. Y lo que los años no consiguieron ellas lo lograron.

Los gigantes árboles de nuestro pueblo cayeron, dos majestuosos pinos que daban identidad a nuestro pueblo, a nuestro parque cayeron bajo la fuerza de las aguas desbocadas. La fuerza que los años les habían otorgado sucumbió ante la bravura de las aguas sin cauce y la fuerza del viento, llevándose por delante medio siglo de vida. Este hecho fue vivido como una tragedia por los habitantes del pueblo, su paisaje cambió de la noche a la mañana, sin que nadie pudiera hacer nada.

Toda esta pesadumbre debe dejar paso a la ilusión por la reconstrucción, por un nuevo comienzo, la reconstrucción de los daños. De este modo este hecho pasará a la memoria de todos los habitantes y de todas esas personas, que de una forma u otra llevan a Villovieco en sus corazones, se convertiría en una historia de unión entre sus habitantes, de la unión de sus fuerzas por reconstruir lo destruido.

Con el tiempo todo se olvida, pero en Villovieco pasará a la historia estos enormes pinos que con la llegada del invierno se cubrían de blanco y nos dejaba un magnífica estampa navideña, y sus copas llenas de nieve hacía que ese lugar tuviera una magia especial que solo los que lo vieron pueden explicarlo.

Y en el fondo de la memoria quedará la imagen de estos pinos como valientes centinelas que vigilaban y guardaban la magia de nuestro querido pueblo, VILLOVIECO.

0

¡¡¡Os deseamos FELIZ 2011!!!

Laura 3 de enero de 2011
Desde Villovieco queremos felicitaros las fiestas navideñás y desearos: FELIZ 2011 con esta imagen del peregrino de nuestro querido pueblo.
0

Nueva imagen (Pasado y Presente)

Laura 9 de septiembre de 2010
Muestra el antes y el después de la Zona de descanso. Ya que este invierno se producieron unas inundaciones, en donde el río Ucieza se desbordó y trajo consecuencias negativas para este lugar, dejando sin árboles en el centro. Y pasados unos meses, concretamente antes de Semana Santa, la Junta de Castilla y León con la ayuda del pueblo plantaron unos nuevos árboles.Lo malo es que tendremos que esperar mucho tiempo para que puedan tener el mismo aspecto que antes.

Este verano se ha instalado una carpa, de esta forma los vecinos o personas que se acercan hasta la zona, para disfrutar de un refresco o de buena compañia, puedan estar protegidos del sol. Y en los próximos días os mostraremos una imagen de como se encuentra la zona con la carpa instalada.
0

Villovieco y el Norte de Castilla

Laura 7 de septiembre de 2010
Como todos los años El Norte de Castilla dedica unos artículos a los pueblos de Castilla y el pasado viernes, 3 de septiembre, le toco el turno de Villovieco, en donde los protagonistas de la noticia eran Santiago Abad, Consuelo Pérez e Irene Pérez.


Obedencia, trabajo y sacrificio [Santiago Abad y Consuelo Pérez han regentado hasta su jubilación la carnicería, que ella heredó de su padr ]

«Disculpa si he sido pesado y te he contado muchas cosas», me dice con tristeza y con los ojos llorosos Santiago Abad, de 89 años, cuando terminamos de charlar en Villovieco. Más de una hora de entrevista en la que Santiago; su mujer, Consuelo Pérez; e Irene Pérez, Manuela Sáez, María Jesús Garrachón y Máximo Garrachón me cuentan con todo detalle cómo fue su infancia y cómo recuerdan ellos a su pueblo. Pero no se me ha hecho largo y he pasado un momento de lo más agradable, sobre todo, y que me disculpen todos los demás, por la alegría y la forma de ser de Santiago.

Empieza la conversación con los recuerdos de su infancia. Todos la recuerdan con mucho cariño y no se olvidan de sus años en la escuela. «Si hacías algo malo o desobedecías, te tocaba poner las manos y ya sabías que era lo que te tocaba, aunque muchas veces de la impresión las quitabas», recuerda Consuelo entre risas, quien me cuenta que cuando un alumno se portaba mal, el maestro le castigaba sin ir a comer. «Muchas veces tocaba quedarse en la escuela sin comer hasta que llegaban por la tarde los demás», explica Santiago. Los padres entonces no les echaban de menos porque ya se imaginaban que estaban castigados en la escuela.

Las chicas cosían muñecas de trapo para jugar, y saben qué las ponían de pelo: pues los pelos de las mazorcas. «Cogíamos esos pelillos y se los poníamos en la cabeza para que fuese su pelo, y luego los ojos los cosíamos con hilo negro», señala Irene. Y entre risas, destaca Santiago lo mucho que han evolucionado las mujeres. «¡Por la Virgen del Pilar!, el poder que tienen ahora las mujeres, y los hombres nos hemos quedado igual», exclama Santiago. «Las mujeres ya han cogido un poco de vuelo y no hay quien las pare», agrega.

Cuando Santiago era un niño de siete años, se iba al campo a echar una mano para escardar, e incluso para vendimiar, y con 14 años comenzó a trabajar con su padre en la cacharrería vendiendo con el carro por los pueblos de la zona. «Vendíamos pucheros, cazuelas, sartenes y todo aquello que las mujeres necesitasen», cuenta. Podían pasarse hasta tres días fuera de casa, durmiendo en las posadas que había entonces hasta que el género se acababa y volvían para reponer.

Un cambio radical

Sin embargo, la vida de las hermanas Irene y Consuelo cambió cuando eran unas niñas debido a la muerte de su padre, ya que su familia pasó de tener una muy buena posición económica y social a ser una de las más necesitadas de Villovieco. «Hemos trabajado mucho para intentar ayudar a mi madre, que se quedó viuda muy joven. La vida nos cambió cuando mi padre falleció atropellado por un coche mientras iba andando conmigo por la carretera», recuerda con tristeza Consuelo, quien siempre ha trabajado en la carnicería de sus padres. A Irene, que tenía año y medio cuando falleció su padre, la mandaron a vivir con sus abuelos para tener que alimentar así a un hijo menos.

Cuando Consuelo y Santiago se casaron se quedaron con la carnicería, un negocio que han regentado hasta que se han jubilado. «Dejé el trabajo en la cacharrería porque me gustó más el oficio de mi mujer, la carnicería, así que me casé y me cambié de trabajo, lo que me obligó a aprender todo desde el principio», explica Santiago. Consuelo se encargaba al principio de matar a los animales, hasta que él aprendió y se convirtió en unos de los principales matarifes de Villovieco, lo que significa que por las manos de Santiago han pasado miles de cerdos.

Y como entonces había poco dinero, pasaron la juventud con penuria, aunque no les faltó la diversión. «Si tenías unos zapatos, te quedabas sin vestido, y al revés, así que para ir a una fiesta te las tenías que ingeniar cómo podías para saber qué ponerte el día del baile», asegura Consuelo. Tras mucho sacrificio y trabajo han conseguido llevar una vida digna. Y si tienen zapatos, también tienen vestido, y viceversa, para poder ir a la fiesta de Villovieco.

[Fuente: El Norte de Castilla]

 
Copyright 2010 Villovieco